De acuerdo a lo que señalan los especialistas, es importante diferenciar la forma en que cada situación se presenta. Por ejemplo, algunos niños tienen dificultades de aprendizaje o presentan problemas con una materia específica y suelen caer en un círculo vicioso, ya que por el hecho de rendir en forma deficiente se deprimen, tienen problemas de autoestima y se desmotivan. Eso mismo los lleva a que les siga yendo mal y, de esa forma, cada vez va siendo más difícil superar el problema en el que se encuentran. Otro grupo que es posible distinguir es el de aquellos niños que no prestan atención en clases y se distraen con facilidad, porque son más impulsivos e inquietos y suelen no tener buenos hábitos de estudio. En muchos de estos casos -aunque cabe resaltar que no en todos- es posible sospechar de un Síndrome de Déficit Atencional, lo que requiere de un diagnóstico y apoyo especializado.
Una tercera forma es la de los niños que, por alguna razón específica, están pasando por un momento difícil que está repercutiendo en su estado emocional. Por lo general, esto suele ocurrir en circunstancias como los cambios de colegio, los problemas familiares (como la separación de los padres o la muerte de un ser querido) y los sentimientos de rechazo por parte de los compañeros de curso, situaciones que ameritan también de un cuidadoso análisis y que, cabe aclarar, puede provocar tanto un bajo rendimiento, como todo lo contrario, niños “súper mateos”, que utilizan el estudio como una vía de escape.
Y por último, un cuarto grupo, está conformado por aquellos niños que simplemente no estudian lo suficiente, porque ellos mismos no se esfuerzan lo necesario, no existe una prioridad de estudio en la casa, o por parte del colegio no encuentran la exigencia y preocupación necesaria que valide su responsabilidad con el estudio y las tareas, sostiene la sicóloga Mónica Larraín. “Es así como tanto el niño, como los padres y el colegio, son los tres actores que tienen que comprometerse, siendo además estos dos últimos, los más férreos aliados en esta tarea que significa la enseñanza y el aprendizaje”.
Pero, ¿de qué forma pueden los padres contribuir a enfrentar el problema de mal rendimiento en el colegio?
A juicio de los especialistas, el primer paso a seguir es indagar los motivos de fondo que están llevando a esta situación, porque sólo así se puede abordar el problema en forma adecuada. En caso de ser necesario es aconsejable pedir ayuda profesional, de manera de lograr una visión más global y completa, que permita un tratamiento integral.
Por otra parte, los padres deben fomentar la confianza de sus hijos como una forma de revertir sus pensamientos negativos. En este sentido, también es bueno motivarlos frente al estudio, dándole una connotación positiva a todo lo relacionado con el colegio y haciéndolos sentir bien con pequeños logros, ya que así ellos mismos irán encontrando el incentivo a estudiar y poner atención en clases.
A continuación te entregamos algunos consejos:
Mantente siempre informado respecto al desempeño de tus hijos en el colegio y demuestra interés por sus actividades escolares constantemente, no sólo cuando se acerca el término del año.
Valora los esfuerzos de tus hijos -por pequeños que sean- y no sólo los resultados.
Fomenta la autoestima de tus niños, de modo que aprendan a apreciar sus cualidades tanto en el ámbito escolar como extra-escolar.
Ayuda a tus hijos a forjar buenos hábitos de estudio, donde existan horarios definidos, pero también haya tiempo para la recreación.
Entrega a tus hijos un ambiente cálido y afectuoso donde hayan reglas establecidas, pero no imperen los castigos. En este último punto es importante resaltar que nunca se debe asociar las tareas con los castigos, ni como una forma de que vayan a hacerlas, ni como una manera de evaluar su desempeño.
Y por último, ante una eventual repetición de curso, enfrenta el proceso con criterio realista, evitando amenazar y culpar a tus hijos, acciones que no contribuirán a mejorar en nada la situación.
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